miércoles, 3 de marzo de 2010

Habú Hakim se desperto antes del alba, se dio el baño tradicional, se vistio y rebusco en la alacena por algo de comer. Encontró un pedazo de pan que alcanzaría solo para su madre y su hermanita menor, asi que ignoró el fuerte retortijón que dió su estomago en protesta por el hambre y salió de su pequeño rancho de paja hacia la calle.

Habú trabajaba en el palacio del Sultán (Rey de reyes) como jardinero, desde hacia ya 2 años. Era un tabajo muy dificil de conseguir, pues el monarca ponia a prueba a todos los aspirantes durante 3 meses sin un sueldo; aquellos que cultivaran las rosas mas hermosas y de mejor aroma serían los elegidos. Habú habia aprendido de su padre el arte de cultivar rosas, éste presintiendo que moriría pronto le confio todos sus secretos, ya que ahora sería Habú quien se encargaría de cuidar de la madre y la hermana.

Desde el primer momento en que empezó a trabajar en los majestuosos jardines, a pesar de los extensos horarios y la pesada carga, Habú disfrutaba día a día de su oficio y solía pensar que el cuidado de sus rosas deberia ser muy parecido al cuidado de la mujer amada. En su corta edad, Habú aún no conocía el amor, habia tenido una que otra aventura con alguna chica ocasional; pero nunca habia sentido ese sentimiento embriagador que tanto describian los cuentos locales.

Así habia ocurrido durante su primer año, hasta que un día, algo le distrajo de su trabajo. Era un sonido lejano, Habú caminó en su direccion y se encontró con que lo que sonaba era una voz, la mas maravillosa que había escuchado nunca. Era una voz de mujer, y en su furor, Habú solo pudo imaginar a la dueña de esa voz como un angel. No supo cuanto tiempo permanecio allí, sentado en la grama escuchando el dulce cántico, cuando se percató que el capataz se dirigía rápidamente hacia él con una expresion rubicunda.

- ¡Habú! ¿Que haces alli holgazaneando? A trabajar pronto, que el sultán dará un baile en el jardín en honor a su hija la princesa, que llegó esta mañana de su largo viaje a la tierra del profeta (¡bendito sea!) -

Habú hizo una profunda reverencia al capataz y salio corriendo a terminar lo que habia emepezado.El resto del dia, no pudo sacar de su cabeza el hermoso cántico y le susurraba a sus flores lo mucho que le gustaria conocer a la dueña de la canción.

Mientras tanto, el palacio y el pueblo entero estaba en vilo por la gran fiesta que se acercaba; todos estaban ansiosos por conocer a la princesa, que habia estado un largo tiempo fuera de su país de viaje; y de quien se decía que era la mujer mas hermosa sobre la tierra. Sin embargo, muy pocos se hacian esperanzas de verla, ya que sabia que el Sultán era muy celoso de la proteccion de su hija, en quien depositaba grandes esperanzas.

Habú trabajaba mas arduamente que nunca, pero nunca parecía cansarse pues un extraño impulso enegertico se habia apoderado de él desde aquel dia que escucho cantar a quien ahora dominaba sus pensamientos. Se levantaba de un salto de la cama y llegaba temprano al palacio con la esperanza de escuchar de nuevo esa voz. Y, en efecto, cada mañana, a la misma hora, se oían las notas de una cancion, y Habú que habia descubierto el lugar perfecto para esconderse donde el capataz no pudiera verlo, escuchaba dia tras dia a su amada.

(continuará....)

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